COLABORACIÓN HURTADA
(A ALICIA EN VÚLTURIDOS)
El arte egipcio fascina, es un hecho cuasi universal.
A mí me fascina porque no consigo integrarlo en ninguna línea de evolución anterior ni posterior con vínculos claros y categóricos. Por supuesto, reconozco en su factura una leve proximiidad a ciertas manifestaciones prehistóricas y a lagunas coetáneas en Mesopotamia, vagas, muy vagas.
Me fascina y me sorprende la factura desde técnicas tan avanzadas que aún hoy en día conservan un colorido atractivo en combinaciones singulares que son un sello intransferible. Es un misterio comprobar que en latitudes tan alejadas como las de América, haya formas y coloridos que de manera remota recuerden lo plasmado miles de años antes en Egipto. Son las únicas obras arqueológicas en las que sin conocer el detalle plástico que lo justifique, me rememoran qué siento ante el arte del Reino del Nilo.
No entiendo mucho de artes plásticas y ello comporta dos privilegios:
No emitir ningún juicio de valor que no sea dictado por el área más primaria e independiente de la influencia consciente y los estímulos emparejados a ella y recibir como un niño sorprendido por un mago al que no entiende pero contempla fascinado, cualquier enseñanza servida en bandeja por quien entiende de esa materia y sabe transmitir en breves palabras qué significa lo que yo sería incapaz de descifrar.
Conocer es amar o comprender porque se ama. Esa es mi circunstancia con la pinturay, en este caso, con el arte egipcio.
Deambulaba por las redes, husmeaba y en un recoveco, en un grupo frecuentado por mi pandilla del Facebook, me tropiezo con un post de Alicia Marmisa.
No he esperado a preguntarle porque si lo ha dejado allí queda a beneficio de sustractor sensible como lo soy. Aquí adjunto las palabras y el vídeo de Alicia Marmisa en Vultúridos.